Consagración de todos los que ejercen un poder




Consagración de todos los que ejercen un poder 


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo 
INVOCACIÓN 
Ven, Creador, Espíritu Amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama
y con tu soberana gracia inflama
los corazones que creaste poderoso. 
Tú que abogado fiel eres llamado, del Altísimo don, perenne fuente de vida eterna, caridad ferviente, espiritual unción, fuego sagrado. 
Tú te infundes al alma en siete dones, fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano,
tú nos dictas palabras y razones. 
Ilustra con tu luz nuestros sentidos, del corazón ahuyenta la tibieza, haznos vencer la corporal flaqueza, con tu eterna virtud fortalecidos. 
Por ti, nuestro enemigo desterrado, gocemos de paz santa duradera,
y, siendo nuestro guía en la carrera, todo daño evitemos y pecado. 
Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu de ambos procedente,
con viva fe y amor siempre creamos. Amén. 
(Veni Creator, Tradicional) 

Creo en Dios…

Una decena del rosario por las intenciones de la Virgen María 

Mensaje de la Santísima Virgen en Medjugorje del 25 de noviembre de 1992 
Queridos hijos, hoy como nunca antes los invito a orar. Que toda su vida se vuelva oración. Sin amor no pueden orar, por eso los invito ante todo a amar a Dios, el Creador de sus vidas; luego reconocerán y amarán a Dios en todos, tal como El los ama. Queridos hijos, es una gracia que yo pueda estar con ustedes. Por lo tanto, acepten y vivan mis mensajes por su propio bien. Los amo y por eso estoy con ustedes para enseñarles y guiarlos hacia una vida nueva, la de la renuncia y la conversión. Solamente así descubrirán a Dios y todo lo que ahora está lejos de ustedes. Por eso, queridos hijitos, ¡oren! Gracias por haber respondido a mi llamado. 

MEDITACIÓN 
La tierra estaba también destinada a servir de morada pasajera a la Santísima Virgen y a todos los miembros de Jesucristo; a la Iglesia que debía expandirse por todas partes y establecer así el reino de Dios. Ahora bien, según la disposición que había fijado al universo, Dios Padre también tenía presente la ayuda que se había escogido para la formación de su familia y preparaba con ella la morada temporal de esta misma esposa y aquella de su Hijo y la de todos sus hijos adoptivos, como lo hace un esposo cuando construye una casa, o hace preparar una tierra con la participación y el consentimiento de su bienamada esposa. ¡Conciban esta dignidad augusta de la esposa del Padre Eterno! La eminencia y la grandeza de María no son, pues, del todo conocidas ya que se puede decir, en verdad, que ella es el seno universal donde han sido concebidos el mundo y la Iglesia; que ella ha llevado en sí, toda la obra de Dios, siendo partícipe de su poder, de su sabiduría, de su amor, de su fecundidad, en una palabra, de todas sus divinas perfecciones. 
(J.J. Olier, La vida interior de la santa Virgen) 

En todo este conjunto de preocupaciones, la Santísima Virgen María, hija elegida por el Padre, se presenta a consideración de los fieles como ejemplo perfecto de amor a Dios y al prójimo. Como ella misma lo proclama en el cántico del Magnificat, el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo, hizo en ella maravillas (Lc 1, 49). El Padre escogió a María para una misión única en la historia de la salvación: ser la Madre del Salvador esperado. La Virgen respondió al llamado de Dios con entera disponibilidad: “He aquí la esclava del Señor” (Lc 1, 38). Su maternidad comenzada en Nazaret y vivida de un modo supremo en Jerusalén al pie de la Cruz, será reconocida este año por todos los hijos de Dios como una invitación cariñosa y apremiante para hacernos volver a la casa del Padre, al escuchar su maternal voz: “Hagan lo que Cristo les diga” (Jn 2, 5) 
(Juan Pablo II, En la proximidad del Tercer Milenio, n° 54)

 CONSAGRACIÓN 
María, tú que en el seno del Padre asistías a la creación de los ejércitos celestiales y a la creación del mundo y veías que todo lo que hacía era bueno y hermoso; te consagro todo lo que ha sido creado esperando la restauración final de todas las cosas. 
María, Reina Inmaculada del universo, triunfa y reina en mi corazón y en el mundo; triunfa sobre todos los poderes de los aires, sobre los tronos y dominaciones; sobre las esferas angélicas. Madre de Aquel que nos ha mostrado el rostro del Padre, Rey de reyes, Rey pobre y mendigo de nuestro amor, te consagro a todos aquellos que ejercen algún poder en la Iglesia, a todos aquellos que reinan en tu nombre o para su propia gloria, para que se sometan al mandamiento de Jesús y se hagan servidores de todos. 

Antífona 
El seno de María ha invertido los roles:
Aquel que todo lo creó ha entrado a su bien y pobre ha morado allí;
el Altísimo vino con su esplendor,
y humildemente entró en ella
revestido de miserables apariencias.
¡A ti, Señor, sean dirigidas nuestras alabanzas, a ti, que lo haces todo tan sencillamente,
a ti, el Señor de todos! 

Proverbios 8, 22-31 
El Señor me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas. 
Desde la eternidad fui formada, desde el principio, antes que la tierra. 
Cuando no existían los abismos fui engendrada, cuando no había fuentes de aguas caudalosas. 
Antes que fueran cimentadas las montañas, antes que las colinas, fui engendrada. 
No había hecho aún la tierra ni los campos, ni el polvo primordial del orbe. 
Cuando asentó los cielos, allí estaba yo, cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo, cuando fijaba su límite al mar
para que las aguas no rebasaran la orilla. 
Cuando afirmaba los cimientos de la tierra, yo estaba a su lado como un hijo querido y lo deleitaba día tras día,  retozando en su presencia en todo tiempo, retozando sobe la faz de la tierra, y mis delicias era estar con los hijos de los hombres. Oración ad libitum (Anexo pág. 195, y sucesivas) 

Invocación: María, Reina de la Paz, ruega por nosotros y por el mundo entero. (3 veces) 

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