“Con toda la fuerza de mi Corazón”



“Con toda la fuerza de mi Corazón”



San Mateo 5, 20-26.

Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores;
así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.


Dios como Padre hacer salir el sol sobre buenos y malos

La omnipotencia de Dios y su Misericordia no solo se manifiestan por que Dios es paciente, como un Padre con sus hijos, sino que también,  el Señor nos recuerda la necedad del pecado y la inconsistencia de la malicia, que solo es carencia y vacío, no es ganancia, ni triunfo, ni bien ni verdad, solo una sensación, una vaguedad a la que tendemos por impresiones superfluas, pero no por la verdad o el bien  del contenido que supuestamente manifiestan.
El amor de Dios es el argumento de la creación, la razón por la cual es llamada toda criatura a la existencia y la causa por la cual Dios concede vida espiritual, a su imagen y semejanza, a todo ser humano.
Es el mismo Señor que nos enseña con sus gestos el poder de la caridad, que se manifiesta en la disponibilidad a dar el primer paso, a ser el primero en salir al encuentro del otro, a ofrecerle la reconciliación, a asumir el sufrimiento que implica renunciar a tener la razón. 

“Si queréis poseer la herencia de vuestro Padre, pagad la deuda de vuestro amor no sólo hacia vuestros amigos sino también hacia vuestros enemigos. No rechacéis dar este amor a nadie; es el tesoro común a todos los hombres de buena voluntad…  El amor es la raíz de todos los bienes, tal como, vemos en san Pablo, la avaricia lo es de todos los males (1Tm 6,10)… El amor está siempre contento, porque cuanto más multiplica sus dones, tanto más ampliamente Dios nos lo concede. Es por esta razón que mientras el avaro se empobrece con todo lo que acapara, el hombre que paga su deuda de amor se enriquece con lo mismo que da.”  ( San Fulgencio de Ruspe)
Pero el verdadero amor no es construcción de la ingeniería humana, ni es doctrina que se recibe por la “sangre” y por la “carne” (San Mateo 16, 17)


Mensaje, 25 de abril de 1995

“¡Queridos hijos! Hoy los invito al amor. Hijitos, sin amor no pueden vivir ni con Dios ni con el hermano. Por eso, los invito a abrir sus corazones al amor de Dios que es tan grande y abierto a cada uno de ustedes. Dios, por amor al hombre, me ha enviado a ustedes para mostrarles el camino de la salvación, el camino del amor. Si ustedes no aman primero a Dios, tampoco serán capaces de amar al prójimo ni a quien odian. Por eso, hijitos, oren y a través de la oración descubrirán el amor. Gracias por haber respondido a mi llamado! ”


Esto es obra de la gracia de Dios, del don de la llamada, del encuentro con Jesús vivo., del compromiso del bautizado de revestirse de los sentimientos de Cristo, como decía Benedicto XVI: “compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, magnanimidad, perdón recíproco y, sobre todo, como síntesis y coronamiento, el ágape, el amor que Dios nos ha donado mediante Jesús y que el Espíritu Santo ha derramado en nuestro corazón. Y para revestirse de Cristo es necesario que su Palabra habite entre nosotros y en nosotros con toda su riqueza, y en abundancia. En un clima de constante acción de gracias, la comunidad cristiana se alimenta de la Palabra y eleva hacia Dios, como canto de alabanza, la Palabra que él mismo nos ha donado.” (Benedicto XVI, 10 de marzo de 2012). 


Mensaje, 2 de enero de 2008

“¡Queridos hijos, con toda la fuerza de mi corazón os amo y me entrego a vosotros. Tal como la madre lucha por sus hijos, yo oro y lucho por vosotros. A vosotros os pido que no tengáis miedo de abriros para que podáis amar y entregaros a los demás con el corazón. Cuanto más hagáis esto con el corazón, más acogeréis y mejor comprenderéis a mi Hijo y su entrega a vosotros. Que todos os reconozcan a través del amor de mi Hijo y el mío. Os doy las gracias. ”


Comentarios