Decidirse de nuevo hoy por la conversión




Decidirse de nuevo hoy por la conversión

“Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan”  (Lc. 5, 32)

“Convertirse significa creer que Jesús ‘se ha dado a sí mismo por mí’, muriendo en la cruz y resucitando, vive conmigo y en mi. Confiándome a la potencia de su perdón, dejándome tomar de la mano, puedo salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y de toda falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor” (Benedicto XVI, 25 de Enero 2009)
La Conversión no se trata entonces, solo de un cambio de comportamiento o una modificación de los criterios, sino de un cambio radical del corazón y del pensamiento, producido por el encuentro personal y sobrenatural con el Señor, estableciéndose una relación profunda, plenamente gozosa y plenificadora. 
  Por el don de la conversión, el alma se encuentra con su verdad personal, que subyace en la misma verdad de Dios, en cuya voluntad libre y omnipotente se encuentra su designio de llamarnos a vivir, conocer y amar la Verdad y la Vida en abundancia.
 Es esencial en la conversión, reconocer la vocación de eterna Bienaventuranza que nos regala el Señor, en la que comprendemos la razón por la cual fuimos creados a imagen y semejanza de Dios.
La conversión consiste en creer en la muerte y resurrección de Jesús, como realidades que se han dado para cada uno, y que solo de la mano de Cristo es posible conocer y vivir la riqueza de su amor.
Entrando al desierto con Jesús, entramos en un camino de liberación de la incapacidad de conocer quienes somos y para que existimos. Venciendo las idolatrías del poder, del tener y del placer, somos convocados a la cumbre de la existencia humana, para ponderar, con los dones del Espíritu, nuestra auténtica dignidad, hecha evidente en la Pascua de Cristo.

“Yo los invito a la oración, ahora que Satanás está fuerte y desea hacer suyas tantas almas como sea posible. Oren, queridos hijos, y tengan más confianza en Mí, porque Yo estoy aquí para ayudarlos y para guiarlos por un camino nuevo hacia una vida nueva. Por eso, queridos hijos, escuchen y vivan lo que Yo les digo porque es importante para ustedes que, cuando Yo ya no esté con ustedes, ustedes recuerden aquello que Yo les he dicho. Yo los invito a cambiar sus vidas desde el principio y a que se decidan por la conversión, no con palabras sino con sus vidas.” (Mensaje del 25 de Octubre de 1993)

Dice San Cirilo de Jerusalen: “Si alguno es ahora esclavo del pecado, prepárese mediante la fe para la regeneración liberadora de la adopción filial. Y abandonada la funesta servidumbre de los pecados, una vez dedicado al dulce servicio del Señor, será juzgado digno de disfrutar la herencia del reino celestial. Desvestíos por medio de la confesión del hombre viejo, que se corrompe por las concupiscencias del error, para revestiros del hombre nuevo, que se renueva por el conocimiento de aquel que le creó. Recibid por la fe las arras del Espíritu (2Co 5,5) para que podáis ser recibidos en las moradas eternas. Acercaos (a recibir) el sello espiritual para que podáis ser reconocidos favorablemente por vuestro dueño.”

“…Hoy los invito a vivir la paz en sus corazones y en sus familias. No hay paz, queridos hijos, donde no hay oración; y no hay amor donde no hay fe. Por eso hijitos, los invito a todos a decidirse de nuevo hoy por la conversión…” (Mensaje del 25 de Marzo de 1995)



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